Ospina: «El cine no tiene nacionalidad»

Perteneciente a esa generación post 68 "que pensaba que podía cambiar el mundo", el cineasta colombiano Luis Ospina maneja su resignación con honestidad y no duda en afirmar que hacer cine para él es "una forma de alejarse de esta realidad tan horrible" que le ha tocado vivir.

"Estamos viviendo los peores momentos de la humanidad, todo el proyecto humano desde el principio ha sido un fracaso. Seguimos matándonos los otros a los otros porque nos consideramos distintos, hemos destruido el planeta y ahora no hay salida. El hombre es el peor animal que existe", explica Ospina.
 


Pero queda el cine entre muchas otras cosas, un cine que para el director colombiano "no tiene nacionalidad", no entiende de etiquetas. "No me gustan esos apelativos de cine latinoamericano porque latinoamericanos somos muchos. Somos un continente separado por un mismo idioma. Las películas chilenas no llegan a Colombia, las películas colombianas no llegan a Argentina, las argentinas tampoco a Colombia. No me gusta ese 'ghetto'. Para mí sólo existe el cine", recalca.

Repasando el llamado "boom del cine colombiano" y sus causas, Ospina sostiene que el término pornomiseria sigue vigente todavía pese al paso de los años, al tiempo que ofrece una clara distinción entre aquellos que hacen reportajes y los documentalistas, pues los primeros "creen que su tiempo es más valioso que la persona que están filmando, mientras que en el documental debe ser lo contrario".

El "agente triple" (así se ha llamado al programa de proyecciones que ha podido verse en el Museo Reina Sofía en el marco de la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid ARCO y con el que se ha repasado la obra del cineasta) considera en esta entrevista que "la muerte es la ausencia de memoria", por eso, en su opinión, "el cine tiene un deber con los muertos", para que no queden en el olvido. "O con los vivos que se murieron", matiza con esa media sonrisa de quien no cree ya en “ninguna causa”, pero cuyas palabras son demoledoras y necesarias en el contexto actual.
 

 

© Fuente: Enclave Común